La radio deportiva

 

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Hoy me cuestionaban  el Señor Pepe Ramos sobre un post que publique sobre la estación de Radio RG 690 sobre como ha perdido calidad en sus programas, la cuestión es la siguiente:

¿ Cual seria su aportacion para crear una estuctura, soporte o sistema para la estacion ?

No soy experto ni mucho menos en producción y contenido, soy un simple radioescucha, que le gusta el fútbol, que lee sobre ello, y que es una parte importante de su vida.

Leyendo una nota de un profesional de la radio en España Juan Manuel Gozalo quien trabaja para Radio Marca, hace una crítica que pienso yo aplica a lo que pasa en la radio deportiva en Monterrey, aquí su aporte, marco en negrita los puntos que creo son más importantes:

 

PROGRAMAS DEPORTIVOS "EL ALMA"

por Juan Manuel Gozalo

Llevando más de diez mil programas a la espalda y dirigiendo el más antiguo diario de la radiodifusión española, RADIOGACETA DE LOS DEPORTES, que en este año 2003 cumple 50 años de vida en antena, no debería resultar difícil hablar de los programas deportivos. Y, sin embargo,es difícil. Lo es, porque un programa deportivo más allá de interpretaciones cerradas y porque la información deportiva es tan variada, sutil y cambiante, que se me antoja problemático marcar un tono, un estilo o una escuela. Hoy en día, los programas, y me refiero exclusivamente a los deportivos aunque podría aplicarse a cualquier materia, han perdido el equilibrio entre OPINIÓN e INFORMACIÓN. Hace años y puedo permitirme el lujo de hablar de ello con argumentos vividos, primaba la INFORMACIÓN por encima de cualquier otro aspecto. La opinión era, muchas veces, un recurso, más o menos valorable y creíble, según quien la expresara.

Hoy las cosas han cambiado y las costumbres también y, con mínimas excepciones, manda la opinión, aunque muchas veces no este argumentada en una buena investigación, en el seguimiento exhaustivo de la noticia y en la comprobación de datos. No tiene toda la culpa el radiofonista, palabra que además está casi proscrita. Simplemente, el medio ha cambiado, las fuentes se han ido secando merced al uso y abuso, sus portadores las guardan con sigilo o las reparte sesgadas y a quienes interesa y se ha perdido espontaneidad, cercanía, capacidad para insistir y sacrificio.

La enorme, desaforada proliferación de espacios deportivos, obliga a sus presentadores a trabajar la mayoría de las veces, por no decir casi siempre, sobre bases en las que imperan la suposición, los rumores cogidos por los pelos, la duda, ambigüedad y donde, naturalmente, la OPINIÓN reina. Resultado sin duda muchas más sencillo opinar impunemente, y si es en coro mucho mejor, que buscar, bucear, comprobar, acudir a las fuentes, sopesar, contrastar y sacar conclusiones. No hay tiempo, es duro y fatigoso y apenas se considera necesario. Hoy en día los programas deportivos, en su gran mayoría, son PROGRAMAS DE AUTOR. Ya no parece tan importante LO QUE SE DICE, si no QUIEN LO DICE. Ya no resulta tan vital decir la verdad con argumentos extraídos de datos contrastados, si no la verdad de cada uno, conseguida a base de un par de llamadas telefónicas a personajes adictos o amigos, el susurro de un colega, la buena fe de un conocido o lo que llega a través de las páginas web, que es el medio que han elegido, además de la Agencia, los estamentos, clubes, Federaciones y hasta personajes, para contar lo que les interesa que se sepa y que cada cual extraiga sus conclusiones. Y por ahí, por esa mezcla de opciones, se va perdiendo la verdad y creciendo la conjetura. O sea: pérdida de información y progreso de la opinión. Eso, aunque muchos o la mayoría crean que hace ganar credibilidad, no es cierto. Pero, por otro lado, el oyente se ha ido acostumbrando a participar porque su aportación cubre tiempo, ahorra esfuerzos de imaginación y hasta creo que son los propios oyentes quienes cada vez son menos exigentes y lo que quieren oír es lo que a ellos les interesa o gratifica. No quieren que seamos honrados. Quieren que les digamos lo que desean escuchar. Han arrancado al profesional, con la complacencia de éste, el bendito y legítimo derecho a la crítica sin colores.

Sucede además que el oído se ha ido acostumbrando a la broma sin medida, incluso a las palabras y expresiones soeces, al sarcasmos sin estilo o al halago absurdo, todo ello anclado en fobias y filias que cada día se hacen mas ostensibles y donde se ha perdido la capacidad de sonrojarse, el sentido de la medida y el equilibrio. Pesa cada día mas el medio y menos el factor equipo, para dar paso a la estrella más o menos avalada y sostenida por una empresa. Si la empresa es fuerte, poderosa e influyente, el divo de turno recibirá apoyos considerables y crecerá mientras los que manejan la cartera publicitaria o los recursos técnicos y empresariales entiendan que es rentable. No hacen escuela, no enseñan, no divulgan. Es igual. Se trata de aprovechar la rentabilidad de un período de tiempo sin importar en exceso las cicatrices que dejen.

Con mas de 45 años de profesión, un programa radiofónico es la ciencia de hacer arte con la noticia. Un buen programa de radio necesita, primero, un equipo capaz de acortar la distancia, cada vez más alejada, entre los auténticos protagonistas y el oyente. En segundo lugar una comunicador capaz de transmitir sensaciones de veracidad, crédito y honradez no exentas, naturalmente, de un tono más o menos critico, distendido, jovial, cercano y moderno y que, además, sepa de lo que habla, conozca el asunto y crea en lo que dice. Y en tercer lugar una audiencia a la que se ayude a escuchar a base de hacerles entender que lo que se les cuenta es lo que deben conocer para sentirse informados, entretenidos y acompañados.

El progreso ha dividido a los oyentes de radio en los que pretenden saber más, los que la utilizan como un rápido medio para conocer lo que sucede, los que sólo creen los que les dice aquel en el que confían o incluso los que creen saber más de lo que se trata que el propio radiofonista. Por eso, y tras casi treinta mil programas deportivos pensados, trabajados, realizados y presentados, entiendo que es imprescindible la buena estructura, la variedad de temas, el tratamiento integro de la noticia, la capacidad de convencer de la sinceridad de lo que se dice y un poder para traspasar las candilejas que se tiene o no se tiene, es imposible inventarlo o aprenderlo y que convierte al programa en una pequeña obra de arte. La opinión debe ser justa y justificada, la información verídica y sin sesgos y el ritmo el adecuado para el modelo de audiencia que se busca.

La mal llamada dinámica confundiéndola con urgencia, celeridad y grito, sólo puede ser asumida por quienes gustan más de las formas que del fondo. El ritmo es otra cosa y siempre es cómplice de la inflexión de voz, los matices, el manejo correcto del lenguaje, el reparto adecuado de minutos, el apoyo de otras voces y la ausencia de palabrería soez o de mal gusto. Se hace imprescindible el respeto al que oye o escucha, porque el primero nos concede su tiempo y el segundo su atención. El programa radiofónico deportivo se hace cada día más necesario metidos de llenos en la generación del ocio que vivimos, pero prescindible si se le frivoliza, politiza o se convierte en un foro de esquizofrenias donde cada cual dice lo que le da la gana sin reparar en el daño que puede hacer. Hay que ser divertido sin irritar, de opinión con mesura y argumentos y por encima de todo, informativo y con datos para permitir al oyente extraer sus propias conclusiones e ir formando su opinión, que es una de las características fundamentales del buen radiofonista.

Radio moderna no debería significa radio desgarrada, irrespetuosa y dogmática. El gran problema, y la solución no es fácil, es que hoy en día habla por la radio cualquiera, todo es muy cómodo y se han desbordado los cauces del buen gusto, porque la subjetividad interesada es cada vez mayor y a la postre, sólo vale la cuenta de resultados. Como siempre, claro. Pero ahora de manera salvaje y sin apenas respetar nada. La radio, en fin, sólo ha mejorado técnicamente. Su progreso ha sido y sigue siendo enorme en ese sentido. Pero quienes la hacen no tienen el carisma, la capacidad y los conocimientos necesarios, en la mayoría de los casos, para ponerse ante un micrófono y dar opinión. Me temo que se ha perdido al respeto al medio y al propio oyente.

Fuente: Juan Manuel Gozalo