Ayer se presento Metallica en la Ciudad, una fecha memorable para todos sus fans, a los cuáles no decepcióno….crónica de El Norte
Sacude Metallica anoche a 40 mil
Mario Alberto Rodríguez y Paula Ruiz
Monterrey, México (4 marzo 2010).- Y después de casi tres décadas, el sueño pesado se cumplió.
Metallica se instaló anoche con autoridad en el Estadio Universitario, pisando por vez primera tierras regias, y magnetizó a alrededor de 40 mil fans con su descarga de metal.
La banda californiana dejó sentir desde las 21:38 horas su World Magnetic Tour en el coloso de San Nicolás, donde ya esperaba un público de todas las edades, listo para vibrar con su estrujante sonido.
Bajo los reflectores del escenario y las luces de los celulares aparecieron Kirk Hammett, Lars Ulrich, James Hetfield y Robert Trujillo.
La sola presencia de los músicos ganchó a la fanaticada.
El primer «curricán» de la noche fue «Creeping Death», tal como ocurrió dos noches antes en el Estadio Tres de Marzo, en Zapopan, Jalisco.
El momento desató la adrenalina de una asistencia ávida de conocer de cerca a la leyenda metalera engendrada en 1981 en Los Ángeles.
«¿Estás listo, Monterrey?», preguntó Hetfield en un claro español.
«¡Familia metálica!».
Adolescentes, preparatorianos, cuarentones, abuelitos y niños que quizás fueron atrapados por el Guitar Hero, corearon sin inhibiciones el hit lanzado en 1984, dentro del disco Ride The Lighning.
El cuarteto fue soltando rolas de su más reciente obra Death Magnetic (del 2008), como «The End of The Line», «Cyanide» y «That Was Just Your Life».
Al inicio del concierto la audiencia se mantuvo a la expectativa, porque las primeras descargas no eran las más taquilleras, como «Fuel» y «The Thing That Should Not Be».
Pero más tarde se apoderó de las almas de sus seguidores con «Sad But True» y «Nothing Else Matters».Cada integrante cumplió con lo esperado en la ejecución.
Ulrich, quien a los 18 años dejó su futuro prometedor de tenista para fundar Metallica y cambiar las raquetas por las baquetas, selló el concierto con su extenso catálogo de ritmos.Apabulló los tambores con energía, precisión y con una energúmena rapidez.
La voz principal y guitarra de acompañamiento, Hetfield, desgarró su garganta como en su primera producción Kill»em All.Fue el de las relaciones públicas con la fanaticada.
El guitarrista líder, Kirk, jugó carreras de velocidad contra él mismo en sus requintos. Su truco para lucir algunos solos, como acostumbra, fue el repicante sonido del wah-wah. Domó a su Gibson Les Paul.Robert aprobó su tarea en los guturales pasajes del bajo. Rindió homenaje con su ejecución al fallecido Cliff Burton e interpretó sobrado las rolas que le dejó de encargo el corrido Jason Newsted.
Encima de que los ánimos de los fervientes metaleros ya estaban encendidos, el fuego en el escenario, como parte de la pirotecnia, los hizo arder en repetidas ocasiones como previo a «My Apocalypse» y más tarde en «Enter Sandman».
Metallica no dejó pasar otros clásicos como «Master of Puppets», «One» y «Am I Evil».Quizá a la noche se le pudieron contar dos pecados: una falla en las guitarras al arranque del show que las dejó sin sonido y que de inmediato se solucionó, y dos pantallas instaladas en los costados del escenario que fueron retiradas para evitar un accidente por los fuertes vientos.
El coro final de la noche fue devastador y James pidió que encendieran las luces para ver a sus fans.»Searchiiing/Seek and Destroy!/Searchiiing/Seek and Destroy!»…
Con este tema de 1983, Metallica dio por fundido su último metal. Ya eran las 23:45 horas.
Se hizo historia, pero tal parece que no sólo esta noche quedará grabada en la memoria de los fans, sino también en la de Lars y la del cuarteto, que por cierto no dejaba el escenario.
Robert presumió que por sus venas corre sangre regia. «Mi abuelo es de Monterrey. Y es un honor estar aquí en esta ciudad.
¡Arriba los regios!», dijo durante la despedida.
La ciudad volvió a entrar a las páginas del rock mundial con el Estadio Universitario, cancha donde parece que sólo los conciertos triunfan.
Hay niveles…
Los rockeros que anoche llenaron el Estadio Universitario seguramente disfrutaron a la emblemática Metallica, pero hasta eso, en este magno concierto, se veían los niveles.
Por un lado, los metaleros de hueso colorado, que tocaban sus guitarras en el aire, sacudiendo sus cabezas con los estruendos del cuarteto californiano. Por otro, los rockeros más tranquilos que, con cerveza en mano y cigarro en la otra, se limitaron sólo a cantar.
También estaban los «senior», que esperaron tanto tiempo para ver a una de sus bandas preferidas, sí, a la que sus papás les prohibían escuchar por ser «música del demonio».
Y los futuros grandes rockeros no podían faltar, esos pequeños que ansiaban escuchar y ver en vivo a la banda que los hace tocar en sus videojuegos.
A ellos se les unieron los curiosos que no dejaron de pasar la oportunidad de ser parte de la historia del rock en Monterrey.
Con información de Lorena Corpus y Fabián Riquejo
Fuente: El Norte
yeaaaaaaaa yo fui pero komo kiera digo ke no se komparo a el de el distrito federal yeaaa pero no estubo mal